¿Por qué he de moverme?

Actualmente es una pregunta que hay personas que se hacen, ¿por qué yo, como ser humano, he de moverme más de lo que lo hago ya para ir a trabajar?
Hoy en día, hemos llegado al punto de tener que hacernos esa pregunta. El trabajo nos mantiene ocupados, cientos de tareas pasan por nuestras cabezas día a día y esto nos ha llevado a que “el movimiento”, el entrenamiento o el ser activo se convierta en una obligación más.
Es completamente justo que en la era moderna consideremos como “normal” nuestro ritmo de vida, ya que es lo que todos vivenciamos. Sin embargo, esta visión a “corto plazo” nos engaña; nuestro cuerpo ha evolucionado desde civilizaciones activas, nómadas, cazadoras, supervivientes y hay muchas cualidades que hoy en día no trabajamos y que nuestro cuerpo necesita trabajar para seguir desarrollándose y conservando las maravillosas cualidades del ser humano.
La única diferencia por la que estamos obstaculizando la constante evolución del cuerpo humano es que hoy en día no tenemos una razón de peso para ser fuertes y capaces, como lo era la supervivencia. A diferencia de hace no cientos, sino miles de años, la sociedad moderna se encuentra entre algodones.

Incomodidad necesaria:

Recientemente compartimos una frase:

“Necesitamos abrazar la incomodidad, si quieres hacer que las cosas pasen. Cuando decides no moverte y conformarte, la vida te moverá a su voluntad”. (Álvaro Merino)

WOW, hay personas que pocas veces sienten “incomodidad”. Parece mentira una vez lo vemos escrito, pero hoy en día el moverse es algo VOLUNTARIO, y eso no cambia su naturaleza ni lo hace prescindible.

En un intento de simplificar estas preguntas, reduciéndolas a tres, me gustaría que os planteaseis lo siguiente:

  • ¿Cuál es la naturaleza del ser humano desde hace miles de años?
    A nivel evolutivo tu cuerpo necesita y busca lo que necesitaba y buscaba hace miles de años -> MOVIMIENTO.
  • ¿Qué estás haciendo?
    Piénsatela… Si tu respuesta a esta pregunta difiere de la respuesta a la primera, que es lo normal hoy en día, tendrás una diferencia real entre el diseño natural de tu cuerpo y el uso que estás haciendo de él.
  • En tu día a día ¿cómo compensas ese movimiento?
    Qué estímulos le das a tu cuerpo para intentar aprovechar al máximo ese diseño, es decir, cómo y cuánto te mueves.

Sociedad dormida:

Hoy, cualquier persona del considerado “primer mundo” no se levanta por las mañanas o empieza su semana pensando: “he de conseguir comida como sea” o “tengo que evitar un peligro”. Te levantas pensando en lo que te espera en el trabajo o qué recados tienes que hacer hoy.
El movimiento ha quedado relegado a un segundo plano, en algunos casos extremos, a un plano escondido, mínimo y casi sin presencia en la vida de muchas personas.
Todos los avances tecnológicos y científicos nos han permitido vivir más y mejor, pero, ¿a qué precio?, hemos pasado de ser una especie activa por necesidad o ser una especie habitualmente dormida. Todos los beneficios de estos avances también nos han permitido analizar las repercusiones de este “no movimiento”, y, ¿cuáles son?: La aparición de nuevas enfermedades como la obesidad, la diabetes tipo II, el síndrome metabólico y otras tantas más.
No movernos nos enferma, es una realidad y está más que demostrada.

Vale, yo quiero moverme, pero, ¿cómo?

Es la gran pregunta de muchas personas que quieren recuperar nuestra esencia, en muchos casos por necesidad, ya sea por dolor, lesión o enfermedad o porque se preocupan realmente por su salud.

“Movimiento funcional vs. Gimnasios”

El desarrollo de la industria del fitness a través de los gimnasios clásicos ha provocado la asociación del concepto de “salud física” a un referente estético, en muchos casos más marketiniano que real.
No quiere decir que entrenar con un objetivo de composición corporal esté mal, para nada, no nos olvidemos de que nos hemos vuelto “animales cómodos”, y que comemos más de lo que energéticamente necesitamos para nuestro día a día y normalmente, comida de calidad cuestionable.

Pero no es la única manera de moverse.
En el otro lado de la balanza encontramos el “entrenamiento funcional”, que en muchos casos está relacionado con materiales alternativos y ejercicios que tienden a ser complicados y confusos.

Si lo reducimos a lo simple, el entrenamiento funcional no deja de ser el que va enfocado a potenciar una función, sin más. Si hablamos del cuerpo humano y hablamos de movimiento habría que decir que entrenamos para que el cuerpo pueda moverse acorde a su diseño.

Capacidad de movimiento. Realidad vs. Ficción:

Por ejemplo, tu hombro, junto con tu cadera, es una de las articulaciones que más capacidad de movimiento tienen en el cuerpo. Por otro lado, la zona baja de la espalda, es una parte de tu columna muy estable. Ambas, son dos puntos que hoy en día tienden a dar problemas tanto por falta como por exceso de movimiento.
El ser humano está diseñado para poder cargar cosas por encima de su cabeza, pero, una falta de movilidad en tu hombro que te impida poder llevar los brazos rectos a la altura de las orejas sin que eso suponga que tu cabeza se adelante o que tu zona lumbar se arquee, hará que tanto el hombro como la columna sufran.

El problema reside en que el ritmo de vida actual nos aleja cada vez más de ese “diseño”.

Quiero acabar con el problema. ¿Por dónde empiezo? Comenzando por la base:

Existe una relación global en todo el cuerpo y la suma de las articulaciones que lo forman por lo que, por un lado, cada articulación por separado y cada relación de articulaciones por otro debe de tener una cantidad apropiada de movimiento.

Aunque en futuras publicaciones iremos desgranando el porqué, el cómo y el cuánto de cada uno de esos pilares nos gustaría que te quedaras con una frase:

“El mejor ejercicio o movimiento es el que se hace” (Felipe Isidro)

Así si lo que quieres es empezar, ya sabes: Muévete bien, muévete mucho, entrena inteligente.

Share This